En ésta época, de tanta conexión desconectada, de tanta irealidad virtualizada, se hace cada vez más difícil conversar con gente real en forma distendida, cara a cara, sin pensar en el reloj ni el celular.
En estos tiempos de lluvia ininterrumpida de interrupciones.
En esta era de enajenamiento sentimental, de falta de empatía, de falta de presencia en el presente.
En esta maraña de mensajes para los cuales la inoportunidad se desdibuja en el "tiempo real".
¿Cuál podría ser el mejor regalo que uno puede recibir para tener un poco de paz?
¿Qué necesita el alma para sentir que la vida vale las penas padecidas?
Yo creo que se trata de poder contar con el oído y la atención de un ser querido, que no necesita ser un familiar, basta solamente que esa escucha no se haga modo de intercambio.
A veces la gente sola termina recurriendo a sacerdotes o psicólogos, no ya para que cumplan con su oficio sino solo para pagar por la escucha como quien paga por sexo.
Por eso, esa escucha de un amigo, de una pareja, de un familiar, o quizás de un desconocido, valen mucho más que mil terapias.
Por eso es que entiendo que la escucha desinteresada y atenta, es el mejor regalo que podemos hacerle a alguien en estos tiempos de escasez de atención, y de dispersión mental.
totalmente de acuerdo Marcelo!
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