a la mujer se la dejaba a cuidar la prole y a los ancianos , es decir al hogar, y al hombre (menos necesario para la reproducción) se le daban las tareas que implicaban imponer los intereses del grupo sobre otros grupos, y arriesgar la vida ya sea en la cacería como en la guerra, y poco a poco como el peligro siempre acechaba, terminó teniendo también la autoridad dentro de los grupos.
Pues bién, la situación ha cambiado. La Tierra es el hogar, y ya no hay más con quién pelear de afuera, ya no existen peligros afuera más que los que la tecnología permita contrarrestar. Ya no necesitamos el rol del patriarca.
Lo que si necesitamos desesperádamente son las habilidades que los humanos tenemos el potencial de desarrollar pero en las cuales se entrenó mayormente las mujer mientras era (y en muchos lugares sigue siendo) víctima del machismo, pero no para que las utilicen escondidas en sus hogares, necesitamos que nos las enseñen a los hombres, necesitamos que tomen ellas el timón del mundo, para que nuestra especie no desaparezca por ser incapaz de adaptarse al mundo que la propia especie transformó.
En principio dicha transformación fué incrementando el bienestar general (aumento de la esperanza de vida, por ejemplo ) pero a partir de cierto momento se convirtió en una locura depredadora y autodestructiva.
Los hombres necesitamos desaprender esos roles de sensibilidad prohibida, de poder asignado por el sexo con el que nacimos y volver al rol de ser uno más en el clan del paleolítico.
Durante 10 o 20 miles de años hombres y mujeres aprendimos a vivir como si el mundo fuera un gran pastel del que teníamos que obtener una gran tajada y otras tantas barrabasadas que funcionaron por un tiempo, y nos asignamos roles en esa guerra perpetua por dominar algúna tajada del pastel. Pero luego el sueño terminó, las suposiciones dejaron de ser aproximaciones a la realidad, y nos aferramos a un modelo que no representa más que la nostalgia de un mundo infinito por conquistar. Muchos siguen creyendo el "sueño americano", pero quienes ostentan el poder se aferran más aún porque saben que estamos ante el fin de esa era.
Los ricos y los políticos pretenden disfrazarse de no-machistas poniendo mujeres en lugares claves de la política y sigue siendo el capitalismo patriarcal el que mueve sus intereses.
La única transformación posible, como bien dijo una amiga es desde el interior. No le pidamos al sistema educativo, ni al gobierno de turno que hagan nuestro trabajo de padres, enseñemos a nuestros hijos a cuidarse de la internet, de la escuela y de la tv, a distinguir contenido de relleno y necesidad de deseo.
Un niño necesita hogar que lo contenga , que lo cuide y lo construya, ¿qué importa cuantos padres, cuantas madres, cuantos tíos o tías tenga si tiene al menos uno o una y todos ellos les dan lo que nececita?
Los únicos valores que sirven los utilizamos durante cientos de miles de años y los fuimos destruyendo cada vez más rápido en el ultimo y más corto tramo de nuestra existencia en el mundo.
Pero antes de llegar a ese viejo origen en este nuevo mundo necesitamos que corran tiempos femeninos.
muy lindo, muy cierto, muy actual, muy necesario
ResponderEliminarEntonces el mango de la sartén lo tienen los padres de hijos varones e hijas mujeres, que no hagan diferencias en la forma de criarlos. Pq. ni la hija mujer es tan débil que necesita sobreprotección, ni el hijo varón es tan fuerte que no puede llorar.
ResponderEliminarCecilia.