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Aprendiendo todos los días, compartiendo opiniones y conclusiones de vez en cuando.

sábado, 27 de julio de 2024

Despertando


 

Cuando queda más cuerda desenrollada que enrollada, más pasado que futuro, seguís aprendiendo, y muchos de esos aprendizajes te hubiera servido aprenderlos de forma temprana, hace 20 o 30 años atrás pero es lo que hay.

Aprendí que el mundo y el universo son indiferentes al sufrimiento, son lo que hay y somos afortunados en poder decidir al menos en parte nuestro transitar por él.

Que la vida en nuestro planeta es una sociedad, una comunidad, en la que hay tanto competencia como colaboración, Inteligencia y emoción, y los límites entre ellas son difusos, a semejanza con la sociedad humana.

Que hay comunidades de comunidades, de personas, de animales, cada ecosistema es una  comunidad de seres de las más diversas especies. 

Que tenemos que ser empáticos hasta con las hormigas si es posible, por el sólo hecho   de que son capaces de sentir dolor, basta ya de seguir el supuesto mandato de gobernar y someter a todos los seres de parte del supuesto creador, tenemos poder, y saben la frase icónica del Tio Ben. 

Que nuestros hijos no nos deben nada, pero nos van a tratar como tratemos a nuestros padres. 

Que la mayoría de nosotros pasamos por esta secuencia: de ser hijos de nuestros padres a ser padres de nuestros hijos, luego padres de nuestros padres y por último hijos de nuesros hijos.

Que de nada sirve lamentarse, desesperar, culpar, y sentir que uno tiene la razón. Lo que sucede fuera de nuestro control se aprende, se acepta y se actúa en consecuencia.

Que nuestro cerebro tiene sesgos cognitivos que nos permitieron sobrevivir los casi 200000 años que andamos por el mundo siendo cazadores recolectores y a merced del entorno. 

Que esos mismos sesgos vulneran nuestra capacidad de tomar decisiones informadas y nuestra empatía.

Que son utilizados cada vez en forma más agresiva para vendernos cosas, servicios y políticos.

Y por último aprendí a desprenderme de la culpa propia y ajena. Porque todos hacemos lo que podemos con los recursos cognitivos, emocionales y materiales de los que disponemos para navegar por nuestra realidad.