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Aprendiendo todos los días, compartiendo opiniones y conclusiones de vez en cuando.

miércoles, 12 de agosto de 2015

Crónica de un regreso.


El ómnibus iba repleto.
Eran las 19 horas y mientras unos iban de regreso a casa, otros iban a estudiar.
Gente contenta,
gente cansada,
gente absorta en el aparatito hipnótico clavando sus codos en el de al lado.
Como sonido de fondo la voz prepotente, impertinente y urgente del relator sonaba en la radio.
Danubio contra no se quién.
El motor rugía y todos nos balanceábamos.
Desde el asiento me abstraigo de todo porque sería insoportable abrir los sentidos en ese momento.
Los observo, qué habrá en esas cabezas.
Qué preocupación, proyecto o recuerdo merodeará en esas mentes condenadas a la espera.
Basta!
Todo quieto aquí adentro de mi mente. Todo un caos ordenado ahí afuera.
Se fue la quietud, algo anda mal, son mis demonios que se desesperan por gritarme.
Sigo en mi noria persiguiendo mi zanahoria, es sólo un día más.
Los demonios amenazan con volverme loco pero no pueden. Porque yo tengo el control.
Vuelvo a mirar las caras.
Son fantasmas, son ángeles, son almas en gracia, o en pena.
Almas encerradas en una bolsa de carne.
Almas que esperan, que desesperan
que tienen la suerte de no estar del todo conscientes.
La realidad duele demasiado, te puede avasallar de dolor, o de placer, no se anda con chiquitas.

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